Esta semana vi muchas cosas, un espectáculo flamenco en Madrid, vacas de múltiples colores en una notaria, volé sobre el océano Atlántico con mi hermana, visitamos la ciudad. Vuelvo a ver México, al que ya me he acostumbrado, a través de sus ojos nuevos: detalles, costumbres, idiosincrasia, museo de Antropología, Tlaloc, Centro Histórico (con Paty, siempre dispuesta a enseñar su ciudad), plaza de Santo Domingo, Coyoacán, siglos y paz en sus piedras. Una pregunta nueva: ¿por qué en la comida mexicana es tan habitual que sus delicias se escondan bajo salsas, crema y queso? Quizá tenga que ver con “la máscara” de la que oí hablar a Juan Villoro en Madrid, tiempo ha.
Tan llena de maravillas quedó la semana que me aferro a algo pequeño, ligero, fácil de llevar en este blog, estas diminutas aves que sentadas en un macetero observaban nuestros pasos curiosos por la colonia Roma:
Tan llena de maravillas quedó la semana que me aferro a algo pequeño, ligero, fácil de llevar en este blog, estas diminutas aves que sentadas en un macetero observaban nuestros pasos curiosos por la colonia Roma:
Anoté en mi cuaderno “es gente que no sabe donde está”, la escuché a tres distintas personas en diferentes circunstancias, hablando de otros claro, y me hizo preguntarme si yo sé dónde estoy, y después si ha de saber uno en dónde está, y luego vino el pensar que quizá me oculto bajo salsa, crema y queso...
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Para que yo sepa que al otro lado hay alguien