Esa visible oscuridad

Ver el jueves en la portada del periódico la cara de Ana María Matute me hizo pensar en lo importante que fue para mí, y no por su literatura que tengo pendiente, sino por una entrevista en profundidad (eso que antes sucedía con frecuencia en la televisión) que me dio una clave para continuar.
Recuerdo perfectamente que era la tarde de un caluroso domingo de verano, y decido que podría ser el año 1994, porque fue a los treinta cuando se llenó mi camino de tantos agujeros que cada paso era solamente para esquivarlos.
Y comenzó a hablar, ya con su pelo blanco y con sus ojos cargados de profunda tristeza, que lo que le había sacado de su larga depresión, no fueron ni las pastillas, ni los psiquiatras, no, lo único que funcionó fue la lectura de un libro titulado “Esa visible oscuridad”. No tenía con qué anotar y no podía despegarme de la pantalla. Mientras la escuchaba, repetía “visible, oscuridad, oscuridad visible, …”, porque el nombre inglés del autor ni lo había entendido. Fue imposible localizar el libro con una información que se había ido deshaciendo en mi cabeza, no, el autor no lo sé, pero es algo de “luz y oscuridad”. Imposible. Cuando ya dejé de buscarlo, lo encontré, no sé cuánto tiempo después, en la estantería de mi hermano Adolfo. Lo agarré, me quemaba la emoción, le dije “confiscado”, lo devoré, todavía está en la estantería de mi casa como un talismán, por si tengo que volver a colgarme de sus páginas.

Por eso cuando supe que Eduardo había hecho una fiesta para William Styron, la que Carlos Fuentes narra en un libro, capítulo que Eduardo le leyó a Chavela aquella mágica mañana de un sábado que ya narré, tuve que asegurarme que el WS que pronunciaba Eduardo con su perfecto inglés coincidía con el autor de aquel, ese, este libro que como a Ana María Matute me ayudó a manejar lo que no tiene palabras: el profundo dolor de la depresión que te abisma al pozo de la locura. Lo cuenta mejor este excelente artículo de El País: Styron: El escritor que regreso de la locura.

Y para acabar este circular artículo que me conforta, decir que la aparición de Ana María Matute en la prensa ha sido porque le dieron el premio Cervantes, va mi enhorabuena, mi infinita gratitud y mi compromiso de leer, por fin, su obra.

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