Sueños intensos

La sombra.
Jugaban a votar la pelota, a regatear, como un baloncesto sin cancha, ni canasta en la que anotar tantos. ÁngelesGM y una sombra. Era una sombra sin cara. A menos de un metro de mí, a mi derecha. Ángeles decía ya he jugado con ella y gané. Un rebote y otro, otro regateo, y la sombra no se cansa, es su trabajo, es ágil, eterna. El juego se dispara, la velocidad es de vértigo, solo existe una posibilidad que gane ella, la de sin ojos, ni boca. Pero Ángeles está segura de que va a ganar a la sombra y yo segura de que es imbatible.

ME DESPIERTO.

En el sueño no había miedo, pero al despertar esa seguridad era terror, terror de la sombra sin rostro, poderosa, omnipotente, presente. Me ha hecho pensar en la posibilidad de la locura, de la muerte, como hechos palpables, más que posibles. Escribo para disolverlo, para sentir la sonrisa en mis labios. Tengo miedo hasta de contarlo. ¿a Arantza, quizá? Miedo a dormirme, miedo a que llegue el día. Miedo. Como si me hubieran abandonado totalmente. Comprendo a los que toman pastillas para dormir y también a todo los que se evaden.
Al despertar estaba tan despierta que pensé que ya estaría el amanecer a punto de entrar por la ventana, pero el reloj marcaba las 2:50, quedaban más de cinco horas.
Escribir hace que el terror sea un hilito.

Tsunami.
Este mensaje se lo envié a ÁngelesGM el domingo:
Hoy en el sueño estábamos las dos juntas y llegaba un tsunami, estábamos tranquilas.
La primera ola era de agua clara y cuando nos inundaba tomábamos cada una, con toda la paz del mundo, de las decenas de cosas que arrastraba la ola, un paraguas, venían flotando hacia nosotras, verticales, a la altura de nuestra mano, y nada más los asíamos cuando pasaban a nuestro lado. Así preparadas esperábamos la segunda ola que era negra como la que vimos por la tv en Japón. Muy tranquilas. Y ya.
Al despertar la tranquilidad del sueño permeó la realidad.

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