Canícula

Hay palabras desterradas del lenguaje verbal, y canícula es una de ellas. Creo que nunca la he oído. Pero desde que la aprendí quien sabe cuándo o en qué libro busco la oportunidad de utilizarla, en lo escrito, de momento. Por eso llena hoy la caja del título, por eso y porque con las altísimas temperaturas alcanzadas esta semana, después de dos semanas previas de ola de calor y sin visos de que bajen, es la palabra adecuada. No hay conversación que no se centré en el calor excesivo, en la dificultad de conciliar el sueño porque ni por las noches bajan de 25º los termómetros de Madrid. Yo soy amante del calor, y cuando Eugenia se quejaba de él, la última semana de junio, a mí me daba risa, porque aquello no era nada con lo que podía llegar a ser. Y eso pasa un verano cada década o al menos en mi cuenta privada. El de 2003, el del 1974, va uno remontándose a los peores veranos, pero este está batiendo mis récords. En este torrido ambiente se sucedieron varios hechos que quedaron aminorados: revisiones médicas y nombres propios: comida con Lina, documental de Pascal-Clara, trabajo en piel de Melina, rebajas con Rosa, visita de Elena, mudanza de Marta, cena y copas con Mónica, cine con Ángeles. Tanta parranda eliminó la posibilidad de ver alguna de las películas de Historia de nuestro cine, que esta semana tenía la temática "teatro hecho película". Ni modo.

Aunque el 31 de mayo ya conté que instalé mi nuevo producto televisivo Imagenio, aún no le había prestado atención. Y el gran descubrimiento ha sido reencontrarme con mi canal de cine favorito: TCM. Se puede  grabar y ver cuando se desee. Mi primera grabación fue la inolvidable película "La noche del cazador", de la que sólo recordaba el terror infantil que pasé y quería probar como era verla con cuarenta años más. Volví a sentir miedo y disfrute de la maestría de la primera y única película de Charles Laughton como director. Para mi el tema es: la fragilidad de la infancia, y por  eso me gusta este artículo que opina de otra manera: "Un bello canto a la fortaleza interior de los más inocentes" y me sumo a su criterio.

Empecé esta entrada convencida de que el tema iba a estar ilustrado por dos películas caniculeras e inolvidables: Do the right thing (1989) de Spike Lee y Caro Diario de Nanni Moretti (1993) pero ya veis que no ha sido así. Son las cosas que pasan en plena canícula.

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