Antes de tirar el botecito a la basura, miré la fecha de caducidad: 2008. Luego recordé que me lo recetaron en el lejanísimo año 2004, es decir, que lleva conmigo viajando seis años. Viajando como asidero, como amuleto, también como memoria. Y ya, hice limpieza en San Luis y decidí que dejara de formar parte de mi vida. De un pedacito de mi vida muy desconocido para casi todos.
1 comentario:
Me alegro que te vayas desembarazando de este tipo de cosas...
Besos
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Para que yo sepa que al otro lado hay alguien