Al filo del agua

Novela de Agustín Yañez, leí que es una de las grandes novelas mexicanas del siglo XX, confieso que no conocía la novela ni al autor. Difícil lectura y muy gratificante llegar al final, algo así ha de ser escalar una gran montaña, dije, es un libro para tener el tiempo de sentarse a leerlo, no para llenar huecos de salas de esperas o trayectos de transporte público.

Lo que quiero compartir es la historia que se narra en el capítulo titulado “Victoria y Gabriel”. El sonido de las campanas me ha acompañado en mis meses de México, he sentido y vivido su poder, trascienden las palabras, por eso me admiro de las páginas que este autor crea con ellas, como las multiplica y las expande con su prosa, como construye la intensidad de un amor imposible, como las eleva más y más... Y ya, solo compartir un poco de esta prosa:

Desde la mañana del Jueves Santo, la mañana del Lunes de Pascua culminó en Victoria la sorpresa por el tañido prodigioso de las campanas. Emoción inédita. Revolución profunda del ánimo. Como si en el mismo concierto –triunfal y macabro- la elevasen al cielo y la sepultasen bajo tierra, en el purgatorio, en el infierno, en la eternidad. Eternidad celeste y trágica. ¿Quién lograba sacar de pobres bronces aquellas voces inauditas? Cada toque, por insignificante o rutinario que fuese, poseía vibraciones punzantes, que conturbaban, cada vez más hondamente, las entrañas de la dama. ¿No era este el secreto de su afición al pueblo? Gozo y tortura. Nuevos. Profundísimos. Con signo contrario, placenteros: gozo de la tortura, tortura del gozo, inextricables.
Fue la mañana –aquella mañana- del Lunes de Pascua. Toda la historia de la dama se derrumbó. Vino a dar en tierra su gentil arrogancia. Fue aquella mañana cuando se le quebrantó el alma. Se le desataron las fuentes de la ternura. Era como si le renacieran los dolores vividos en ésta y en muchas otras existencias; o más exactamente, como si en su temblor vibraran los dolores de sus ancestros, hasta el más remoto. Sarmientos infinitos, desconocidos, temblando sus revividas angustias, baja capas de siglos; …

Se puede leer completo aquí: Victoria y Gabriel

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