Tacones y obreros

Tomé estas dos fotografías en Querétaro. A donde acompañé a Eduardo a un Congreso de Diseño, mundos ajenos a los que siempre es interesante asomarse.

Los alumnos del Tecnológico de Monterrey, organizadores del evento, nos recibieron elegantemente vestidos de negro, ellos con corbata rosa mexicano, ellas con un detalle del mismo color en su tocado. La mayoría de las jóvenes encaramadas a unos tacones equilibrio de vértigo y fascinación. Habituales en los pies de las mujeres mexicanas, supongo que porque se desplazan en coche.

Desde el hotel, además de una vista panorámica de la ciudad, de sus cerros y de sus cielos, se veía el trabajo de obreros en los alrededores, no podía apartar la mirada de su constante y parsimonioso quehacer. Uno acarrear las piedras desde el montículo, otro encajarla en el puzle gigante, aquel tamizar el cemento y éste transportarlo. Al día siguiente se veía el avance del pavimento, en el que no detendremos nuestra mirada, quizá tampoco nuestros pasos.

Seleccioné sin dudar estas fotografías para contar dos historias, pero solo ahora que realizo la reflexión del domingo, me doy cuenta de que cuentan una sola, la de género, la de una época, la de dos razas que conviven, la de dos clases sociales, la de un país. En fin, un contraste que existe en todo el mundo pero que se hace muy presente en México.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Para que yo sepa que al otro lado hay alguien