La tristeza de los días nublados

Fue el jueves, el día sin sol. Pero sólo el viernes me di cuenta de la tristeza del día anterior. Gris, frío. O no tan frío, en realidad, pero con apariencia de helado. Me desacostumbré en México a la falta de sol. Al invierno. Me acostumbré a la primavera que te hace flotar por las calles. Pero así fue el jueves, y así lo cuento.
Quizá se trataba de un correlato objetivo, ese que estudiamos en la Escuela de Letras, la naturaleza que avisa de lo que va a venir, la tormenta que precede la tormenta. El caso es que se extendió la tristeza por la semana y me vistió de su traje suave y aislante, que nadie se acerque, que no me toquen, que me dejen morir de tristeza, decía.
Y como tristeza llama a tristeza encontré este artículo El aullido poético de Norma Jean que me conmovió. Siempre se encuentra una tristeza mayor que alivia la tristeza propia.
Ya escribiendo esta entrada me acordé de aquel viaje a Londrés que me reconcilió con los días nublados y pensé cuan bellas son las nubes cuando no cubren totalmente el cielo: Drifting cloud.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Milagros yo tengo el libro de Marilyn
Te lo presto cuando quieras.
Besos
Patricia

Publicar un comentario

Para que yo sepa que al otro lado hay alguien