Recuperar el centro

Finaliza otra semana. Me siento descentrada, con una sensación oscura y como un puño, alojada en la boca del estómago y sé que la causa es que no he estudiado la oposición ni jueves, ni viernes, ni sábado. Motivos:
Jueves: yoga, tensión 118-76, ritmo cardiaco 84, antigrip en el herbolario a ver si espanto el catarro que me acompaña hace ya quince días y "Magia a la luz de la luna" de Woody Allen, excelsa narración.
Viernes: intento de acercarme a la Inferencia Estadística yendo a clase, cocido que me recompuso el alma en casa de mi madre, charla con Arantza después de muchos días.
SábadoTaller de risografía con ordenador Me apunté pensando que sería un proceso manual, un descanso para mi actividad estadística-ordenador, un inicio para llegar a hacer una caja tipo Cornell y ...
El caso es que hasta el miércoles sí había estudiado, y esa noche no dormí bien, ni la siguiente, la ausencia de calidad del sueño mina mi ánimo, cuando sucede. Intensos sueños me hacían despertar. En uno las aguas de un lago en el que me bañaba desembocaban hacia mi derecha en un mar sin límites, hacia mi izquierda en una catarata que había que salvar para llegar a aguas tranquilas. Me desperté en ese cruce de caminos acuáticos y en mi cabeza no paraba de sonar el relato del espeleólogo superviviente de la tragedia vivida en el Atlas, Marruecos. Y me preguntaba si no hubiera sido mejor no haberlo escuchado. No saber. No es lo mismo morirse de un golpe que morirse de una negligencia. Y pensaba lo poco que valen las vidas de los seres humanos en el tercer mundo. Creo que aquí es diferente. Creo.
Además recordaba, en esa larga noche, el tema de la felicidad y la ausencia de preocupaciones tratada la semana pasada. Y comenzaba a redactar lo que debía ser la entrada para este blog esta semana. Y no había manera de parar la cabeza y retomar la noche para el descanso.
El domingo he vuelto a estudiar, a recuperar el centro.

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